A los Pobres Les Robaron Hasta El Fútbol


Siempre se sostuvo que el fútbol era pasión de multitudes. Así al menos rezaba un slogan de un viejo programa de radio

Dentro de ese contexto El fútbol, como expresión popular, siempre estuvo ligado a los sectores sociales bajos. De las villas, de los potreros, de las canchas polvorientas inundadas de estrellas descalzas salieron los grandes cracks que este país ha dado.

Nuestro gran deporte nacional fue siempre lo que permitió que miles de chicos cumplieran su sueño, o deseo, o meta de llegar a “triunfar en la vida” eufemismo utilizado para esconder lo que en realidad sucedía.

Al igual que el boxeo, pero a mayor escala y con la trompa más sana, el fútbol  permitía Salir de pobres a esos chicos a los que la vida les había negado todo, menos talento con la redonda. 
A diferencia de otros deportes, como el rugby, el tenis o el basquetbol;  practicar fútbol estaba reservado a los sectores sociales de escasos recursos.  La clase media solía elegir para sus hijos la membrecía a instituciones que cobraban, por pertenecer,  una cuota social más otra por la práctica de algún deporte, lo suficientemente inalcanzable para la clase obrera.  El fútbol era el deporte de negros.

En cambio, las instituciones dedicadas al fútbol captaban a sus jugadores entre chicos que desde temprana edad  practicaban ese deporte en sociedades de fomento,  en pequeños clubes de barrio o simplemente en los potreros,   en donde muchas veces se los “becaba” ya que los ingresos familiares hacían imposible “pagar por pertenecer”

Los clubes de primera división no eran la excepción.  Cada chico captado era una inversión a futuro. Una potencial estrella que podría ser luego transferida a una institución más grande del ámbito local o en el mejor de los casos al fútbol europeo.

Se cuidaba al pibe. Se le entregaba la ropa de entrenamiento, el uniforme deportivo con el que debían presentarse a los partidos, se le daban los botines, las zapatillas, en una palabra el club se hacía cargo de todos los gastos que implicaba la práctica del deporte. Si un chico no podía pagar el bondi para ir a entrenar se le otorgaban viáticos para que pudiera hacerlo. O directamente se disponían micros  que llevaban al plantel al lugar de entrenamiento o a los partidos.

El club, como dueño del pase de cada jugador, se encargaba de cuidar su patrimonio. 

El fútbol pasó de ser amateur a profesional. De profesional  a súper profesional. De súper profesional a negocio y de éste a un gran negocio en donde los únicos que ponen son los pibes mientras todos los demás, en mayor o menor medida hacen su partido.

Lentamente a los pobres les robaron el fútbol.  A ese pibe del potrero, que jamás tendrá acceso a una educación de calidad, quién no podrá escalar jamás en la pirámide social (salvo que un golpe de suerte le permita clavarla al ángulo) le robaron la posibilidad de que el fútbol sea esa oportunidad.
Ya no lo puede practicar. No puede jugarlo con la ilusión de llegar a primera si se lo gana en cada entrenamiento. 

Citaré a modo de ejemplo algunos casos que se dan en clubes del ascenso.  Las cuotas sociales oscilan entre los $ 1200 y los $ 1500 por mes a lo que debe sumarse en muchos casos (ya que hay instituciones que no poseen predios habilitados por AFA) el costo de alquiler de la cancha cuando corresponde jugar como local y los honorarios de los jueces ($ 200 aprox.) y $ 100 cuando se es visitante en concepto de vaya uno a saber qué.

Si sumamos la cuota social más 2 fechas como local al mes y 2 de visitante jugar al futbol cuesta a cada pibe alrededor de $ 2000 al mes.  El agravante es que los clubes no entregan recibos. No hay manera de que cada chico demuestre que ha pagado no sólo por su formación profesional sino también por jugar.  Si un jugador quiere cambiar de club deberá entonces pagar por  “Su Pase” la suma que la institución considere conveniente por “derechos de formación”. 

Ya no hay viáticos por lo que el costo del viaje a los entrenamientos los afronta el jugador  - alrededor de 100 pesos diarios a los valores actuales si sólo toman dos colectivos de ida y dos de vuelta – y si hay que ir de visitantes en micro pues, lo contrata el club y lo pagan los pibes

En una palabra jugar en las inferiores tiene un costo de alrededor de $ 5000 mensuales. Imposible de afrontar para una familia cuyo ingreso total ronda los 12 mil pesos

Si de firmar un contrato se trata también hay que ponerla y no sólo la firma. El salario mínimo para un club de la primera C ronda alrededor de los 15000 pesos.  Hay clubes, como uno de una importante colectividad   de la República Argentina que solo paga $ 5000. El resto se lo tiene que conseguir el propio jugador a través de una empresa que lo patrocine.  Si no conseguís el sponsor te quedás sin contrato y adiós a tu sueño de ser profesional.

La ropa de entrenamiento te la vende el club. El uniforme deportivo también. Si no los comprás no jugás.  Y hasta hay instituciones que te llevan de pre temporada y adivina: te la cobran.

Para una familia que gana al año 144 mil pesos mandar a uno de sus hijos a practicar futbol en un club del ascenso de AFA cuesta alrededor de 70 mil pesos anuales. IMPOSIBLE

Salvo el hecho de que todo se realiza en negro,  no es ilegal. Tal vez podamos discutir si es moralmente válido o éticamente cuestionable.  Lo cierto es que a nadie le interesa.  La AFA sabe de estas prácticas pero la asociación esta conformada por los clubes que lucran con los pobres.
Agremiados, el sindicato que debería defender los derechos de los futbolistas de estas prácticas abusivas  mira hacia un costado y el periodismo especializado se preocupa más por saber cuántos whiskys se toma Ricky Centurión que por los negociados dirigenciales.

Si querés ir a la cancha a ver a tu equipo favorito tenés que pedir un crédito. Una entrada general cuesta 400 pesos más los adicionales que cada club imponga sumado a los costos del viaje y algún refrigerio hace imposible que los sectores populares puedan asistir a estadio alguno.  Un padre que lleve a su hijo o hija a la cancha debe desembolsar alrededor de 2000 pesos en una sola jornada. Insisto, imposible para una familia cuyo ingreso total ronda los 12 mil pesos.

Las causas, motivos o razones por las que se aleja al negro del fútbol será materia de otro análisis u otra discusión.

Lo cierto es que al pobre le robaron el fútbol.- 

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