EL PROBLEMA NO ES MACRI

Si bien todavía nada está definido,  en el país que nunca descansa mientras sus habitantes duermen, todo parece indicar  que en octubre se repetirá el resultado de las PASO aunque probablemente se modifique algún porcentaje. 
De confirmarse entonces,  Macri dejará en materia económica un país similar al que recibió Raúl Alfonsín en 1983 
Esto es grandes sectores de la clase media subsumidos en la pobreza, pobres empujados a la espantosa categoría de indigentes, una clase alta cada vez menos numerosa y cada vez mas indolente, una deuda externa aumentada exponencialmente en solo 4 años – con vencimientos absurdos e impagables – una industria destruida y junto a ello toda matriz productiva. 
La prometida lluvia de inversiones llegó a modo de huracán especulativo que arrasó con todo. Tal es así que se llevó puesto el crecimiento negativo, los brotes verdes, el crecimiento invisible, la luz al final del túnel, el túnel y al gobierno también. 
Las similitudes con las políticas aplicadas por Martínez de Hoz saltan a la vista a pesar del maquillaje con el que los medios oficialistas intentaron encubrirlas.  
Destrucción sistemática del aparato productivo, precarización del empleo, innumerables beneficios para el campo y las importadoras, tablita financiera, créditos a tasas más que usureras, fuga de capitales financiada con endeudamiento externo.    
Los iluminatis del  gobierno aseguran que la incertidumbre y las corridas cambiarias y bancarias son parte de otro golpe económico y le adjudican la autoría al maléfico kirchnerismo que pretende dejar al país sin una sola moneda que repartir  después del 10 de diciembre.  
Lo cierto es que el gobierno de Cambiemos vino a implementar aquel viejo modelo político, económico y social puesto en marcha en marzo del 76 por los chicos de la escuela de Chicago amparado además por el contexto geopolítico de la actual Latinoamérica.  
La pregunta es ¿porqué la sociedad vuelve cada tanto a caer en las mismas trampas conservadoras? 
Existe un gran porcentaje  de la población argentina que apoya políticas de entrega y sumisión, adoradores de un liberalismo tan salvaje que no repara en gastos a la hora de vender, o regalar, al país con tal de incrementar sus depósitos en el exterior. Un alto porcentaje de la ciudadanía aspira, siente, desea casi con “fervor patriótico” se apliquen estas políticas entreguistas, y si es con represión mejor. 
Es ese mismo sector que durante la dictadura se sentía representado por cada una de las distintas juntas militares que gobernaron el país  y  se enriquecía gracias a las políticas económicas de Martínez de Hoz, Lorenzo Sigaut, Roberto Aleman  y Domingo Cavallo. 
No es casual la Argentina de hoy.  Durante la administración económica de los Chicago Boys uno de los empresarios que más se enriqueció fue Macri. 
En los 90 otro de los empresarios que más se enriqueció fue Macri.  Ahora, durante su administración el empresario que más se enriqueció fue el mismísimo Mauricio Macri. 
Macri en lo individual y Macri como concepto. 
Una parte de ese 30 por ciento que aproximadamente apoyará al presidente en su locura reeleccionista lo hace simplemente porque ven en el Frente de Todos un espacio que no les gusta, no los convence aunque no sepan muy bien porqué. 
La otra parte, y esa es la peligrosa, lo hace no por admiración a Mauricio sino porque anhelan los tiempos en que podían hacer lo que quisieran sin costo alguno y con altísimos beneficios. 
Son aquellos que han impulsado todos y cada uno de los golpes que se han dado en la Argentina, hayan sido de estado o económicos. 
Son los que llaman “gente”  al 13 por ciento habitantes de la “Villa 31” que votó por Macri en las Paso  y “negros de mierda que no merecen vivir en la zona más cara de Buenos  Aires”  por haber apoyado a otros candidatos. 
No está mal ser de derecha. No es malo ser liberal.  Lo malo y sumamente peligroso es esgrimir  el neofascismo más recalcitrante en nombre de salvaguardar “La República” 
Para este sector social, si mañana Macri dejara de gerentear el poder, sería otro el elegido para impulsar esas mismas políticas con el único fin de sumergir  a la mayor cantidad de Argentinos, a los que luego llamaran “cabezas de termo”, a la más absoluta de las pobrezas solo para poder girar al exterior los dividendos que de ello resulten. 
El problema entonces no es Macri, sino lo que él representa

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